EXPOSICIÓN

«Ángel Llorca. El maestro que soñó la República desde el Grupo Escolar Cervantes»

Inspiración

¿Por qué el maestro Ángel Llorca debe formar parte de la memoria colectiva de Madrid?

La razón fundamental es que ya pertenece a la memoria educativa de nuestro país e, incluso, su obra ha sido bastante divulgada a nivel internacional. En los últimos años, y gracias a la labor de conservación y difusión de su legado realizada por la Fundación Ángel Llorca, varios investigadores han manejado su archivo y han reconstruido su trayectoria en publicaciones nacionales y extranjeras. Es cuando menos curioso que un educador cuyo nombre es conocido en muchas partes del mundo, sea absolutamente ignorado en la ciudad en la que trabajó y residió gran parte de su vida.

Además, Ángel Llorca merece formar parte de la memoria madrileña por múltiples razones. Con su esfuerzo y entusiasmo al frente del Grupo Escolar Cervantes, ubicado en el centro de Cuatro Caminos, consiguió convertir a Madrid en una ciudad educadora, en un referente de la renovación pedagógica española. Por esta escuela pública, que abrió sus puertas en 1918, pasaron miles de maestros nacionales y extranjeros, y otros profesionales como periodistas, escritores o arquitectos. Muchos de ellos aprendieron allí un estilo docente muy especial, que llevaba claramente el sello Cervantes, y lo trasladaron a sus escuelas de provincias y de pueblos remotos. Por eso, muchos contemporáneos afirmaron que este colegio había sido la escuela más conocida en la España de su época y la que más ayudó a la formación de los maestros.

Ángel Llorca cartel

Por otra parte, la figura de Ángel Llorca tiene unas facetas muy ricas, tanto en su vertiente profesional como en sus aspectos más íntimos y personales. Nacido en 1866 en un pequeño pueblo de Alicante, Orcheta, y en el seno de una familia humilde y con escasas ambiciones intelectuales, bien podemos decir que fue un educador que se hizo a sí mismo, leyendo mucho y escuchando a los grandes maestros de la época. Del más conocido, Francisco Giner de los Ríos, fue un amigo personal tan cercano que era uno de los pocos que se atrevía a criticarle y contradecirle. Por eso sus coetáneos llegaron a identificar a Ángel Llorca como el representante de la Institución Libre de Enseñanza en la escuela pública. Desde los primeros años del siglo XX, completó su formación con numerosos viajes pedagógicos por España y por el extranjero, que le llevaron a Francia, Inglaterra, Alemania, Austria, Suiza, Dinamarca, Bélgica y Holanda. Conoció a muchos de los educadores más prestigiosos de las vanguardias pedagógicas, y algunos, como Ovide Decroly, se convirtieron en amistades personales, hasta el punto de que Ángel Llorca fue uno de los pocos españoles invitado a colaborar en el libro-homenaje editado tras la muerte de este famoso médico belga.

Ángel Llorca fue también un escritor muy prolífico. Publicó libros escolares muy populares, que se reeditaron varias veces, y numerosas obras de carácter pedagógico. Divulgó sus ideas en diversas revistas educativas, y en periódicos de tirada nacional, lo que le hizo ser conocido, no solo entre el magisterio, sino también entre el gran público y entre la intelectualidad madrileña. El hecho de que, en noviembre de 1936, fuera evacuado a Valencia en uno de los convoyes habilitados para proteger a intelectuales como el poeta Antonio Machado o el pintor Gutiérrez Solana, nos demuestra el prestigio que había llegado a alcanzar.

Y Ángel Llorca, por encima de todo, tenía una visión muy clara de la importancia que para un país tenía construir una escuela pública fuerte y de prestigio. A lo largo de su vida siguió fiel al espíritu regeneracionista, que creía firmemente en el poder de la escuela pública para salvar a España. Y, para él, la escuela pública era símbolo de calidad y crisol en el que se fundirían e igualarían todas las clases sociales. El entusiasmo por la escuela pública le mantuvo vivo y activo incluso cuando ya estaba jubilado administrativamente. Y cuando se le cerraron definitivamente las puertas de la escuela pública, con el triunfo del franquismo, murió, en diciembre de 1942, porque ya no le quedaba ninguna razón para vivir. Ángel Llorca puede considerarse el símbolo de todos aquellos docentes que han vivido y viven apasionadamente la escuela pública, y que hicieron y hacen de la enseñanza, cada día, no solo una profesión, sino un estilo de vida.

María del Mar del Pozo Andrés

Catedrática en Historia de la Educación, Universidad de Alcalá

Patrona de la Fundación Ángel Llorca

Fotografía de cabecera: Inauguración de la exposición en el CEIP Cervantes. Fundación Ángel Llorca. 24 de marzo de 2017.